“Con una política económica seria, la producción agropecuaria argentina no tendría techo”

Es la opinión de Pablo Goldaracena,  propietario de GyB, una empresa dedicada a la venta de insumos agopecuarios y también concejal suplente en el partido de Chacabuco por el PRO-Peronismo. Dialogamos con él para entender un poco más sobre la lógica del negocio agropecuario y conocer cuáles son los principales cuestionamientos que el sector le hace al gobierno.
-Antes de entrar en tema, me gustaría saber su opinión sobre un concepto que existe respecto del productor agropecuario. Usted será consciente de que está visto como un sujeto quejoso, que siempre está reclamando…
-Es verdad, y vamos a reconocer que el productor es un poco llorón, tiene algo de “gata Flora” y entonces, a veces, es difícil explicar porqué los productores lloran y se compran una camioneta cero kilómetro; está lleno de camionetas así, pero la realidad es que los números no dan. 
¿Por qué se está hablando de pérdida de competitividad en el sector agropecuario?
-Porque no hay un precio razonable, porque no me permiten vender al exterior y entonces, queda un mercado interno reducido donde me pagan por debajo de mis costos.  Los argentinos nos tenemos que acostumbrar a que no tenemos un mercado interno porque somos cuarenta millones de habitantes.  No somos Brasil, que sí tiene un mercado interno poderoso que cuando se larga a comer un kilo más de arroz se arma un lío tremendo; acá podemos comer un kilo más de carne y no se mueve el “amperímetro”.  Eso de que hay que abastecer al mercado interno es para que muy pocos ganen mucha plata.
-Este año, un productor con un buen maíz, al que le llovió bien y con el que posiblemente obtenga buenos rindes ¿tampoco ganará plata?
-Es probable que ganase plata si el mercado pagara lo que correspondería.  El año pasado no había maíz, cerraban la exportación, abrían la exportación, porque el señor (Guillermo) Moreno (Secretario de Comercio Interior) hace y deshace a piacere y terminamos cautivos del mercado local que paga lo que se le canta porque no tiene competencia.  Lo mismo pasa con el trigo y los molinos que no compiten con nadie.  No es como con el mercado exportador abierto, natural, donde hay varios compradores compitiendo por el mismo producto.  Si la exportación está cerrada, o con cupos limitados, como está planteado ahora, cuando liberan los ROE, los exportadores ya están comprados porque se enteraron antes y así la ganancia nunca le llega al productor.
-¿Cómo se corrige eso? ¿Cómo se vuelve a la rentabilidad?
Nuestro negocio debería ser venderle alimentos al mundo, cuestión que este gobierno no quiere entender y así nos va: nadie invierte en pasturas, nadie siembra maíz, nadie siembra trigo, o no se siembran en la medida que se podría hacer. Esto ni siquiera es un plan económico, uno se da cuenta, leyendo y analizando, que van cambiando día a día y que se desdicen unos con otros.  Con una política económica seria, la producción agropecuaria argentina, en cualquier rubro que fuera, no tendría techo: desde la carne, el aceite de oliva, el maní, el aceite de soja, limones, duraznos o lo que quieras; con buenas condiciones, con crédito y con aumento real de la rentabilidad que cobra el productor, y no la que recibe el intermediario, esto no tendría techo.  Pero hay otro aspecto que no quiero dejar pasar por alto y es que hoy, la presión tributaria es un componente muy grave, es insostenible en muchos rubros para el productor.  Acá el gobierno debería diferenciar entre el productor agropecuario, el empresario agropecuario y el inversor agropecuario: el primero trabaja él mismo su campo y vive de eso; el segundo genera sus ganancias con otra actividad, compra campo y no le importa demasiado si le va bien o no, y el tercero, es el que toma el campo como negocio financiero, los famosos pooles de siembra, por ejemplo. Entonces no deberían tener los tres la misma carga impositiva. Por supuesto que el productor no compra más campo, ahora compra el político, el empresario o una gran cadena de supermercados, pero el productor genuino no compra.
Dólares de colores diferentes
-¿Cuál es el dólar que cobra el productor, al que podríamos llamar “dólar soja”?
-Hoy el dólar con el cual el productor vende es un dólar oficial menos el treinta y cinco por ciento de retenciones. Pero además tenemos inflación en pesos y en dólares; los costos subieron en dólares.  Yo no creo que las empresas tomen en su suba de costos el cien por ciento del dólar oficial, sino que habrá un punto intermedio entre el dólar “blue” y el oficial, o directamente lo hacen tomando el “blue”.
-¿Quién determina el valor del famoso “dólar blue”?
-Lo pone un mercado que es muy reducido, que se da en la ciudad de Buenos Aires, en las “cuevas”, pero es el que marca la tendencia.  Los economistas dicen que es lo más cercano a lo real o sea, ya hay gente a pagar hasta siete pesos con cuarenta centavos.
-¿Cuál es el valor real del dólar entonces?
-Los economistas te dicen que si vos, al dólar de la época del uno a uno le sumás la inflación, hoy estaríamos hablando de un dólar de ocho pesos.  Nuestro tipo de cambio quedó totalmente retrasado, este dólar de cinco pesos es utópico.
El rol del Estado 
-El sector agropecuario le critica al gobierno su política económica pero sobre todo su fuerte presencia, su intervención en el mercado. ¿Cuál es su visión al respecto?
-Que el Estado tiene que estar para controlar, no para intervenir los mercados.  Tiene que controlar que no exista el monopolio ni el duopolio y dejar que el mercado funcione libremente, porque además, cuando el mercado no puede fluctuar libremente, aparece el mercado paralelo, el mercado negro. No hay mercado más transparente que el de hacienda de Liniers: entra mucho, baja la carne, entra poco, sube la carne; la ley de la oferta y la demanda. El Estado tiene que estar para controlar y evitar que La Serenísima, por ejemplo, compre usinas lácteas pequeñas para cerrarlas después y eliminar la competencia; el Estado tiene que controlar que los subsidios lleguen a donde tienen que llegar.
-¿Cómo ve a nuestros vecinos en ese aspecto?
-Brasil, por ejemplo, hace veinte años, no existía como exportador  de carne y casi no existía como productor porque hacían una carne de pésima calidad; hoy produce carne de excelente calidad y exporta a todo el mundo.  Uruguay, que  cabe en el territorio de la provincia de Entre Ríos y tiene suelos de peor calidad, exporta más carne que nosotros, produce leche en cantidades importantes y tienen importación de lo que busques. En Uruguay cosechás una hectárea de soja, cargás el camión, lo mandás al puerto con un remito, lo descargan y te lo pagan a precio lleno, sin retenciones.  No tenés ochenta trámites en la AFIP, cartas de porte para acá, para allá, nada. Acá cosechás la misma soja y tenés que contratar un equipo de administrativos para poder venderla.  Y por otro lado, resulta que en  este país, un productor tiene un capital de un millón y medio de dólares y gana “caca” y un intermediario, que tiene una planta de silos que vale mucho menos, gana diez veces más.
Entrevista: Gustavo Porfiri, «La Campana» (FM Cristal 95.9)