LA APLANADORA DE CALLE CORRIENTES

Dos horas y siete minutos. Eso es lo que tardaron las más de tres mil personas que colmaron el Gran Rex en levantarse de sus asientos, acomodar el cuerpo y ovacionar de pie a la «aplanadora del rock» después de una versión climática de “Indio, dejá el mezcal”, que culminó con un solo de batería emocional y violento de Catriel Ciavarella. Ricardo Mollo y Diego Arnedo, que habían abandonado el escenario segundos antes, se unieron al público y recibieron el afecto en uno de los pasajes más celebrados de uno de los dos shows sold out de Divididos en el teatro de la calle Corrientes.

El comienzo del show dejó en claro el tono que iban a recorrer estos shows: Ricardo Mollo apareció solo por un pasillo del teatro y arrancó una versión de “15-5” a telón cerrado, para luego dar paso a un cuarteto de cuerdas. Ya con Diego Arnedo sobre el escenario, y tocando la guitarra acústica, pasó “Vengo del placard del otro”; Catriel se sumó a la banda aporreando un bombo leguero desde el otro costado del teatro para que sonara “Vientito de Tucumán”.

Ya con telón corrido y en el formato power trio la banda revisitó canciones de toda su discografía como “El fantasio”, “Vida de topos” y “Sábado”. Luego de una breve interrupción, Diego Arnedo y Ricardo Mollo aparecieron sentados en banquetas en el escenario, dando paso a un set de canciones tranquilas. Pero con Divididos, lo tranquilo gana en emoción y así brillaron “Dame un limón”, “Spaghetti del rock”, “Par mil” y “Pepe Lui”, entre otras. Mollo, de gran humor, hizo subir a varios fanáticos a bailar chacarera en “La flor azul”. Una de las fanáticas le mencionó que era docente y el músico reivindicó su lucha, dando paso a uno de los grandes aplausos de la noche.

Hay un factor clave en estos shows que prepara Divididos en teatro y que se dio también el año pasado durante los shows en el Coliseo: la puesta de luces, a cargo de Marcelo Marelli, se encarga de resaltar lo justo, acentuar momentos y busca la inmersión total del público en el show. No pasa desapercibido cuando una banda decide trabajar de otra manera y potenciar un show de estas características con una puesta visual a la altura de la música. Para la recta final del show, Divididos volvió con los clásicos a un volumen demencial: “Qué tal”, con zapada santanesca incluida, “Azulejo”, “Paraguay” y una versión en llamas de “Ala delta”, que debería haber obligado a cerrar para siempre el teatro Gran rex y entregarle las llaves a Mollo, Arnedo y Ciavarella.

Para los bises, Mollo probó los riff de “Crua chan” y “Nextweek” de Sumo y le dio al público la decisión final de cuál tocar. Ante los gritos atronadores, la banda tomó la democrática decisión de tocar ambos. Divididos en el Gran Rex dejó en claro de que la banda, a casi 30 años de su formación, tiene la vara demasiado alta.

Fuente: La Viola (TN)

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