El Top 10 de rockeros con problemas legales

La vida da, la vida quita. Así como el éxito comercial suele traer consigo a la fama, a veces los excesos abren camino al desenfreno y, en consecuencia, a tener algún que otro contratiempo con las fuerzas de la ley y el orden. Por eso, mientras el bueno de Nick Oliveri espera el veredicto de su condena por posesión de drogas y armas, recordamos otros diez casos emblemáticos.
Paul McCartney. En medio de una gira mundial, las autoridades aeroportuarias de Tokio le encontraron a Macca 220 gramos de hachís en su equipaje. Acusado de narcotráfico por la cantidad de droga involucrada, McCartney pasó diez días tras las rejas y estuvo a punto de recibir una sentencia de siete años. Finalmente, lo deportaron y le prohibieron para siempre el ingreso a Japón, si bien volvió en 1990 para tocar en la misma ciudad en la que tuvo su pequeño percance.
Phil Spector. Siempre existieron muchos mitos y rumores sobre el creador de la Pared de Sonido. Que iba armado a las sesiones de grabación, que era un tipo violento, que durante una disputa llegó a apuntarle un revólver a John Lennon (quien llegó a responder «Si querés matarme, hacelo. Pero no arruines mi disco»)… Lo concreto es que, el 3 de febrero de 2003, la actriz Lana Clarkson fue encontrada muerta de un disparo en la cabeza en la mansión de Spector. Seis años, dos juicios y varios millones de dólares en fianzas después, la Corte de Apelaciones de California finalmente lo encontró culpable y lo condenó a 19 años de prisión en la cárcel estatal, en la que comparte pabellón con Charles Manson.

Gary Glitter. En términos artísticos, Paul Francis Gadd pasará a la historia como uno de los exponentes más llamativos del glam rock inglés por ser autor e intérprete de temas como «Rock And Roll», «I Love You Love Me» y «Hello, Hello, I’m Back Again». Muy lejos de los escenarios, en 1997 la policía londinense encontró en su computadora varias imágenes de pornografía infantil y fue sentenciado a cuatro meses de prisión en 1999. Seis años después, fue acusado de abusar de dos chicas de 10 y 11 años en Vietnam.
Varg Vikernes. Si sos parte de la banda más siniestra del black metal noruego, seguramente algo va a terminar mal. Mayhem se caracterizó históricamente no solo por sus shows extremadamente violentos o por su, digamos, exceso de morbo (el disco Dawn of the Black Hearts tiene en su tapa una foto de su ex cantante después de volarse la tapa de los sesos… ¡tomada por sus propios compañeros de banda!). En 1993, el bajista Varg Vikernes asesinó al guitarrista Euronymous de 23 puñaladas. En su defensa, Vikernes aseguró que su ex compañero quería filmarlo mientras lo torturaba hasta la muerte, pero aun así no pudo evitar recibir una condena de 21 años no solo por el asesinato, sino también por ser el responsable de incendiar tres iglesias en Oslo.

Jim Morrison. Técnicamente, no incluye un largo paso por la cárcel, pero sí es uno de los incidentes más conocidos. Durante un show de The Doors en Miami en 1969, el Rey Lagarto habría provocado a la audiencia al bajarse los pantalones y mostrarle sus dotes al público. El hecho nunca pudo ser probado. Tras unos días en el calabozo, acusado de «exposición indecente», Morrison fue liberado pero muchos de los promotores de espectáculos empezaron a boicotear a la banda. En 2007, el gobernador de Miami propuso una suerte de pedido póstumo de perdón, que se materializó recién en 2010. La justicia a veces se toma su tiempo, sí.
Chuck Berry. El pionero del rock and roll también tiene su historial prominente. Ya de adolescente, pasó un tiempo a la sombra por asalto a mano a armada. En 1959, una mujer lo acusó de trata de blancas amparándose en un Acta de 1944. Le correspondió una pena de tres años, que se redujo a dieciocho meses tras una serie de apelaciones. Como si esto fuera poco, en 1990, varias mujeres lo acusaron de instalar cámaras ocultas en el baño de The Southern Air, su restaurante. Dispuesto a evitar un largo proceso judicial, Berry negó en público lo ocurrido, pero finalmente llegó a acuerdo con sus ¡59! demandantes por 1,2 millones de dólares.
Lil Wayne. El autor de la saga de álbumes The Carter es otro que tiene varias anécdotas para contar, la mayoría de ellas por posesión de marihuana. Sin embargo, la más notoria se dio en 2007 y fue la que más tiempo tardó en resolverse. En 2007, tras un show en Nueva York, la policía lo detuvo por estar fumando (adivinen qué) y por portación de un arma. Tras idas y venidas, Wayne fue sentenciado a un año de cárcel en marzo de 2010, pero logró salir a los ocho meses por buena conducta. Mientras tanto, mantuvo un sitio en Internet en el que fue subiendo letras compuestas sobre su tiempo en prisión.

Jim Gordon. Durante los ’60 y gran parte de los ’70, el baterista Jim Gordon fue uno de los sesionistas mejor cotizados del rock, al punto en el que llegó a grabar con Little Richard, Joe Cocker, George Harrison, Frank Zappa y Eric Clapton en su proyecto de Derek and the Dominos. Con el pasar de los años, Gordon comenzó a padecer un cuadro grave de esquizofrenia y a escuchar voces que, aseguraba, le impedían dormir, relajarse o tocar la batería. En 1983, víctima de un ataque, mató a su madre a martillazos. Por más que su defensa intentó declararlo inimputable, el tribunal de California lo sentenció a una condena de 16 años en 1984.
James Brown. A lo largo de su prolífica carrera, el Padrino del Soul tuvo que lidiar con ocho arrestos por distintos cargos. El más notorio se dio en 1988, cuando la policía lo tuvo que perseguir a través de dos estados después de que Brown entrase a su propia oficina blandiendo un revólver y pidiéndole a los gritos a la gente que dejase de usar su baño personal. Con una sumatoria de posesión de drogas, estar manejando bajo el efecto de polvo de ángel, resistencia a la ley y numerosas violaciones de tránsito (algo obvio, dada la magnitud de su fuga), Brown no tuvo otra que quedarse tres años adentro.
Rick James. Tal vez muchos no lo recuerden o quizás ni siquiera sepan quien fue, pero en los ’80 James acarició el estrellato gracias a «Super freak», tema después sampleado por MC Hammer (otro experto en pegarla descomunalmente con un solo tema) en » U Can’t Touch This». El éxito del tema fue tan desmedido que, durante cinco años, James gastó 7000 dólares por semana en crack. Una noche de 1991, junto a su futura esposa, no tuvo mejor idea que secuestrar por veinte horas a una ejecutiva de su industria discográfica y, dos años después, reincidieron con otra joven a quien abusaron sexualmente y quemaron con una pipa de crack durante los seis días que la mantuvieron cautiva. Finalmente la sacó barata: a falta de pruebas por tortura, recibió una pena de cinco años, de los cuales solo cumplió dos en la cárcel de Folsom. Sí, la misma que inmortalizó Johnny Cash.

Fuente: Revista Rolling Stone Argentina