¿Cómo se organiza un show masivo?

«Hay artistas con los que estoy negociando desde hace tres años: es un hilo de mails larguísimo», dice Matías Loizaga, hombre fuerte de PopArt Music, la productora que desde hace una década se dedica a organizar recitales masivos, revelando parte de la ingeniería que se esconde detrás del armado del line-up de un festival internacional. «Todos los años viajo a reunirme con agencias de booking extranjeras, y de hecho ahora me voy a Los Angeles porque en el segundo semestre vamos a hacer al menos dos festivales más», adelanta, todavía agotado tras el Movistar Free Music que tuvo a Jack Johnson como atracción principal. Para el cordobés José Palazzo, que ya lleva catorce ediciones organizando el Cosquín Rock, la negociación con los headliners es menos intrincada. «Nuestro trato es más artesanal», dice. «Si una banda me pide algo que no puedo cumplir, directamente se termina ahí.»
Entre los diversos factores que entran en juego a la hora de contratar a un artista para un festival, el económico no siempre es el que define las cosas. «En la guita más o menos nos ponemos de acuerdo», dice Palazzo, «pero hay cosas que a vos quizá te parecen menores, como el horario de actuación o una prueba de sonido, que pueden hacer fracasar una negociación». Tampoco es extraño que una banda extranjera acepte una oferta económica menos provechosa para priorizar a un promotor ya conocido. «Si supiste laburar al artista una vez, entonces probablemente la agencia lo valore», revela Loizaga, que por ese motivo trata de apostar por bandas que intuye que van a explotar más adelante. Bajo su asesoría, PopArt trajo a Diplo y Phoenix en 2007, a Animal Collective en 2008, y recientemente a Foster the People y James Blake.
Los organizadores, además, tienen que lidiar con un contexto económico y financiero incierto. La fluctuación en la cotización del dólar desde que salen las entradas a la venta hasta el momento del pago al artista afecta el margen de ganancia y hace que suban los cachets de las bandas extranjeras en pesos. «Cada vez que evaluamos la posibilidad de traer un artista internacional a Cosquín», dice Palazzo, «nos volvemos locos pensando en cómo hacer para que ese aumento no se traslade al precio de la entrada».
Aun así, en los últimos dos años nuestro país recibió un aluvión de bandas extranjeras, algo que Loizaga atribuye a la crisis del hemisferio norte y a la aparición de nuevos jugadores en el negocio de los festivales. «Es una industria rara», dice. «De repente alguien ofrece una suma imposible de sostener sólo para ganar mercado.»
Desde PopArt imaginan la aparición en el futuro de eventos más «de nicho», como sucede en el mercado europeo, y fantasean con fortalecer un festival que le dé proyección a los grupos de la región y no dependa sólo de la presencia de bandas extranjeras. Palazzo piensa lo contrario. «Para mí es inevitable que Cosquín empiece a incluir artística internacional en el line-up», confiesa. «La gente lo está pidiendo; es una necesidad que se generó y tendremos que apelar a la creatividad para poder satisfacerla.»

Fuente: http://www.rollingstone.com.ar/