Vaya una reflexión como homenaje a los muertos en sucesos viales

Cada vez que ocurre un hecho de gravedad, como la vivida en las últimas horas en Chacabuco, resurgen los comentarios sobre la incidencia de las motos en el tránsito y otros asuntos aledaños. En diferentes regiones del país la situación es similar: los motociclistas son la mayoría de las víctimas en sucesos viales(popularizados como “accidentes”). En toda Latinoamérica la calle sigue cobrando un tributo muy alto de sangre. Algunos países muestran logros importantes.
La cordobesa www.lavoz.com.ar tituló en un informe de agosto de este año: “Viajaba en moto el 45% de los muertos en accidentes en 2012? En la bajada detallaba: “Ya hay 146 fallecidos por siniestros en los que participó una moto o bici, sobre un total de 325 víctimas fatales. En todo 2011 fallecieron 176. Un joven murió el lunes en Bell Ville”.
Desde la capital de nuestra provincia, www.infoplatense.com.ar presentaba, en junio de 2012, un informe similar con el título “Siguen en aumento los accidentes de motos”.  La nota informa que “En la ciudad de La Plata hay un muerto cada tres días por accidentes de motos según los datos que se desprenden de la Dirección de Emergencias del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires y hay un promedio de 15 siniestros con heridos por día, de los cuáles un 90 por ciento tienen como protagonistas ciclomotores y bicicletas”.
Para darle dimensión al asunto -y obsevar que es una problemática que se mantiene en el tiempo y en el espacio argentinos- podemos ver en www.ellitoral.com (web informativa de la ciudad de Santa Fe) este título aparecido en enero de 2010: “Accidentes con motos superan en cuatro veces a los de autos”.  En el desarrollo se lee: “El número de personas que sufren accidentes de tránsito cuando conducen sus motos cuadruplica al de los conductores de autos. El dato es concreto: en nuestra ciudad, 4.102 motociclistas debieron ser atendidos en la guardia del hospital Cullen durante 2009 por esa causa y lo mismo ocurrió con 1.164 automovilistas”.
En este recorrido general por las realidades de las capitales de las tres provincias más importantes del país nos alcanza para corroborar que las motos se han convertido en una problemática de muy difícil solución no ya en Chacabuco sino en en buena parte de la república.
No estamos solos:
Así como este flagelo no es exclusivo de nuestra ciudad, tampoco el índice alto de mortalidad en sucesos viales es algo propio de la Argentina.  El Instituto Nacional de Ciencias Penales de México, publicó en su web(http://www.inacipe.gob.mx) el reporte ”Reflexiones en torno a los accidentes de tránsito, primera causa de muerte juvenil en México” cuyo autor es Álvaro Vizcaíno Zamora.  Allí se dice que La OMS estima que estas cifras actuales se duplicarán en el año 2020 y agrega: “Más del 85% de los heridos y muertos por accidentes de tránsito son de países con ingresos per cápita bajos y medios”.
Vizcaíno Zamora especula en la publicación con que “si el 85% de las víctimas de los hechos de tránsito terrestre se concentra en países con ingresos per cápita bajos y medios, esto tal vez se debe a varios factores: una escasa cultura vial por parte de los conductores, aunado a legislaciones obsoletas y deficientes que, por añadidura, generalmente no son respetadas. Adicionalmente, las condiciones de la infraestructura vial y carretera juegan un papel fundamental en términos de seguridad”.
Siempre se puede:
Para no quedarse empantanados en los ribetes lamentables de estas situaciones, es alentador saber que en países de nuestro “barrio” latinoamericano hay -según el autor del texto que venimos citando- algunas experiencias reconfortantes:
Asegura Vizcaíno Zamora que “Un ejemplo exitoso de política global nacional para enfrentar el problema es el de Chile. A principios de los años noventa, ese país sudamericano enfrentaba 2,000 muertes anuales para una población de 15 millones de habitantes. En 1993, se estableció la Comisión Nacional para la Seguridad en el Tránsito (CONASET), que coordinaba los esfuerzos de 9 ministerios y la Policía Nacional en una estrategia multisectorial que incluyó educación vial, medidas de ingeniería vial y aplicación estricta de nuevas leyes. Se implementó el control de conductores en estado de ebriedad utilizando alcoholímetros. Los índices de mortalidad comenzaron a disminuir de forma lenta pero constante”.
Y más: “Otro modelo es el de Costa Rica. Entre 2003 y 2004 se implementó la mayor campaña pública para promover el uso del cinturón de seguridad. La campaña “Por amor” fue desarrollada por el Ministerio del Transporte, el Consejo Nacional para la Seguridad en los Caminos, el Instituto Nacional de Aseguradoras y el Club de Automovilistas de Costa Rica. La campaña se desarrolló fundamentalmente mediante anuncios en televisión y corrió en paralelo con una nueva reglamentación sobre el cinturón de seguridad. En un año, el uso del cinturón se incrementó del 24 al 82%, logrando una considerable disminución de víctimas mortales”.
El autor -ya sobre el final del texto- comenta: “México tiene mucho que hacer para prevenir la lamentable pérdida de vidas y los numerosos lesionados y discapacitados que resultan de los accidentes de tránsito. Es públicamente conocida la laxitud con que en muchos Estados se expiden las licencias de manejo, y la falta de cultura ciudadana para respetar las normas viales”.
¿Suena familiar? Es que la problemática vial, uno de los asuntos centrales de este siglo, no es sólo un reto para los chacabuquenses, los platenses, los santafecinos, los cordobeses o los mexicanos.  Que no suene a “mal de muchos, consuelo de tontos” sino que podamos dimensionar el problema y actuar sobre él con toda la seriedad y dedicación que se merece.