Publicación pedida: «Mercado de Economía Solidaria Bonpland: Una alternativa más justa»

Crónica realizada por Lourdes Lescano. Estudiante de la Licenciatura de Comunicación (UBA).

Este sábado el Mercado de Economía Solidaria Bonpland festeja 10 años y tienen un montón de actividades interesantes para todos los que quieran participar. Les dejo una crónica que hice para a quien le interese conocer un poco de su historia:

En pleno barrio de Palermo, sobre la calle Bonpland, una vieja estructura no logra pasar desapercibida ante la mirada de los transeúntes. Sus carteles coloridos, sus puertas abiertas y el flujo constante de personas saliendo con bolsas de compras invitan a todo aquel curioso a entrar a un espacio que pocos conocen. A pesar de su alto techo de chapa y la poca luz que sus ventanas dejan pasar, los banderines de colores y las luces de sus puestos interiores logran iluminar todo el lugar.

Producto de la crisis económica y política de 2001 un grupo de vecinos y organizaciones cooperativas sintieron la necesidad de movilizarse y buscar alternativas para aplacar el fuerte impacto en la disminución de su poder adquisitivo. “Nucleados todos en la Asamblea de Palermo Viejo, se emprende en 2002 la recuperación de un galpón viejo y abandonado, que había sido un mercado municipal, llamado Torcuato de Alvear, desde el 1900 aproximadamente”, comenta Melina Ruiz, integrante de la cooperativa Sonko, mientras intenta cebar un mate sin volcarlo arriba de las ciento de “chucherías” y tejidos artesanales que tiene sobre la mesa.

Un cartel que indica los tipos de yerba agroecológica, sobre las pilas de paquetes, las plantas aromáticas, los budines, los textiles artesanales, los libros de tapa de cartón reciclado con la leyenda: “Todo consumo es polìtico”, y el sonido de alguna banda de rock nacional de fondo es la imagen y percepción que constituye este mercado.

La sociedad argentina, en los años ´70 comenzó a formar parte de un cambio que estaba dándose a nivel mundial, donde se desplazó el modelo productivista por el financiero. Sistema que naturaliza la pobreza, favoreciendo principalmente la fragmentación y la competitividad de la sociedad.

“Todo consumo es político”, “Hacé justicia por compra propia”, “vestite sin trabajo esclavo” son las frases que se encuentran en cada uno de los carteles colgados en el interior de los puestos del Mercado Bonpland que tienden asimismo a reforzar sus bases ideológicas.

Pero la ocupación de este espacio para montar el mercado no fue fácil. Varias asambleas que tuvieron lugar en la crisis se transformaron en organizaciones, cooperativas o asociaciones civiles y comenzaron a reactivar el lugar. “Se empezaron a organizar como ferias que se hacían en la calle, en la herradura, en las callecitas del mercado, hicieron actividades donde se cortaba la calle y se invitaba a gente de las provincias y así se fue articulando un contacto con pequeños productores”, comenta Rosa Zambrano, una de las consideradas “históricas” por los cooperativistas, entre estanterías de carteras pintadas y textiles artesanales colgados.

Claudia, integrante de la cooperativa Asamblearia que participa del mercado desde sus inicios, revive aquel momento de constitución: “La primera vez que entramos al mercado fue en 2004. En 2008 el gobierno de la ciudad ingresa al predio y lo clausura, hubo muchas asociaciones que se dieron de baja”.

Los cooperativistas recuerdan la imagen de las topadoras intentando derrumbar el lugar, que habían sido enviadas por el Gobierno de la Ciudad. La asamblea, ante esta preocupación de quedarse sin el mercado, presentó un proyecto para que se declarara al mercado como patrimonio histórico y ante la aceptación pudieron frenar este avance. “En ese período se produjo una convocatoria a productores para pensar que se hacía con el mercado y en esas largas reuniones se llegó a la conclusión de que no había un mercado de economía solidaria que tuviera como eje la producción alternativa y así empezó” aclara Rosa Zambrano mientras la gente se para a su lado para mirar las carteras que tiene en exposición.

Pese que en el 2009 comenzó una etapa de remodelación que condujo a la reincorporación de algunas de las asociaciones que se habían alejado. Claudia comenta que es una obra que no está bien hecha ni terminada debido a que los puestos están todavía hechos con techo de chapa.

Este mercado no es la única experiencia que se surge como producto de la crisis del 2001. Con similares características y necesidades en la ciudad de Rosario se encuentra la Cooperativa Mercado Solidario. Ubicada en una casa con fachada antigua, de esas que tienen puertas altas, contiene en su interior distintos productos artesanales como alimentos, textiles, juguetes, cosméticos naturales, libros de editoriales autogestivas, cuadernos, entre otros. Los banderines de colores en su entrada parecen ser una decoración típica que caracteriza a estos mercados, al igual que los pizarrones donde se detallan las distintas actividades, generalmente de color negro, pintados con tizas de distintos colores.

Este mercado, como los demás creados en esta época, nacieron de la necesidad de buscar alternativas capaces de generar una salida a la crisis. Las grandes masas de gente desocupada, de clase media y baja, fue la triste imagen, y la situación, que se propagó por toda la Argentina. Los clubes de trueque y las ferias de intercambio afloraron en este contexto.

Detrás del mostrador, rodeado por budines veganos, barras de cereal y frascos de conserva se encuentra tomando mates, seguramente de yerba agroecológica, el joven cooperativista de la Asamblearia e hijo de Claudia, Julian Brizuela. Comenta que la organización a la que pertenece forma parte desde hace varios años de la “Red de Intercambio Justo del Litoral”. Ésta mantiene relaciones de intercambio con diferentes organizaciones ubicadas en distintos puntos del país, entre ellos, con el Mercado Solidario de Rosario. Mientras atiende a un cliente sigue hablando de las relaciones entre los mercados: “Todo es en base a un trueque. Un trueque complejo porque ya no es entre individuos, donde yo tengo que intercambiar algo que quiero de esa persona, por algo que esa persona necesita”.

Casi llegando al fondo del mercado entre estanterías de pastas secas, de vino, de aceitunas y chorizos secos colgados se encuentra Pamela Fadiga atendiendo a un cliente. Mientras le muestra un frasco de mermelada le explica que el mercado nace con el objeto de ser un espacio en común donde los productos puedan circular desde las manos de los productores a las de los consumidores, sin intermediarios, ya que en la actualidad los precios del mercado son impuestos por los distribuidores. Situación que repercute de manera negativa en la economía del productor al recibir un porcentaje mínimo de la ganancia del producto que fabrica. Pamela es integrante de Colectivo Solidario, organización que se integró al proyecto desde hace siete años.

“Es un sistema distinto, no tiene nada que ver con lo que es un supermercado. Son productos directos, artesanales y cooperativas” detalla Martín Rodriguez, un productor de 40 años que encontró en el mercado un lugar donde poder vender sus productos.

El cooperativismo constituye una política que permite generar oportunidades de empleo e inclusión y, fundamentalmente, construir otro tipo de economía, que promueva la participación, la democracia, la solidaridad y la distribución más equitativa de los ingresos. “Se le da mucha importancia al pequeño productor que le cuesta mucho poder vender sus productos” comenta rodeada de yerba mate agroecológica Analía Alvarado, quien ingresó al mercado hace cuatro años como vendedora de productos que vienen desde el interior del país.

Actualmente este tipo de mercados siguen contando con limitaciones. A los productores les cuesta acceder a la tierra legalmente y hacerse cargo, en muchas ocasiones, de los impuestos.

Tanto Julian como Rosa remarcan enfáticamente la necesidad de mantener una cierta independencia con respecto al gobierno de turno pero asimismo, consideran que es indispensable que este proporcione lo básico para poder mantenerse a flote y poder crecer. Es decir, es fundamental la existencia de una alianza estratégica entre el Estado y el movimiento cooperativista, que permita una participación decisiva por parte de este último.

La decisión de nombrarlo así, Mercado de Economía Solidaria Bonpland, se debió al hecho de remarcar los conceptos que tienen que primar a la hora de reconocerse. “Porque somos un mercado de economía solidaria y no otra cosa”, aclara Rosa sentada en un pequeño banco de madera posicionado en el centro del puesto de la cooperativa Sonko.

En el frente del mercado, a la derecha del letrero que lleva su nombre, rodeado de tiras de distintos colores un cartel con la inscripción “Comercio justo y Economía solidaria”, hacen eco a las palabras e ideas de los cooperativistas.

En este en curso de 2017 se cumplen diez años desde el inicio de este proyecto. El mercado, al igual que otros surgidos en el 2001, nace como una opción alternativa, como fue el trueque y las ferias de intercambio, para poder resolver los problemas que el capitalismo había causado en la vida cotidiana de las personas. Donde los productores pueden vender lo que hacen, obteniendo el dinero necesario para poder sobrevivir. Remarcando siempre la idea del comercio justo, donde el trabajador no sea explotado y se respeten plenamente sus derechos.

En un galpón industrial, en medio de Palermo Hollywood, entre hoteles boutique y bares, una alternativa intenta subsistir. La recuperación por parte de los trabajadores y de cooperativistas lo convirtieron en algo más que un mercado antiguo del siglo anterior. No es un caso aislado, es una elección económica y solidaria. Entre banderines de colores, pirámides de yerba mate agroecológica, mermeladas orgánicas, olor a albahaca, budines, textiles artesanales, un libros con tapa de cartón reciclado recuerda algo que no se debe olvidar: “Todo consumo es político”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *