La pesca del Peje Rey en la provincia de Buenos Aires

(Juanjo Vázquez) La enorme cantidad de lagunas, los tres grandes ríos que surcan la provincia: Quequén,  Salado y Samborombón, los arroyos y los canales trazados por el Estado para desaguar la Cuenca del Salado, tachonados de puntos pesqueros, son el inmenso reino del apreciado Pejerrey.  Su pesca es una actividad que tiene una cantidad enorme de apasionados cultores y que desafía a utilizar equipos ultralivianos.
 «El Biguá»
De costa o embarcado, de fondo o de flote, y con puntilloso respeto por las reglamentaciones que protegen al querido “Peje”, es como se conduce el “Biguá”.
Munido de tanzas del “20”, cañas de fibra de carbono de cuatro metros de largo, reel de pequeño tamaño, líneas de tres bollas con “Puntero”, con bajadas de 25 centímetros a un metro, para el caso de la pesca de flote. Plomada de 20 gramos para el caso de pesca de fondo.
Embarcado
El “Biguá” -cuando se  dispone a disfrutar la modalidad  “embarcado”- está en el punto de embarque la noche antes y ha concertado el alquiler de un bote con motor eléctrico en alguno de los miles de recreos de la provincia que ofrecen este servicio. Utiliza carnada “blanca” (mojarra cortada en tiras) que se adquiere en cualquier casa de pesca, o que fue pescada en oportunidades anteriores, también cortada en tiras y guardada en un frasco con abundante sal gruesa.  También sirve la “carnada viva” (la “morenita”) que se ofrece en el mismo recreo, dentro de una bolsa de plástico resistente con agua  oxigenada.
La pesca de la que le hablamos, amigo lector, es invernal, de manera que el «biguá” porta abrigo, incluso impermeables, y su jornada durará como mínimo hasta el mediodía, de manera que también llevará qué comer, e incluso, alguna bebida espirituosa.
Se ocupará el “biguá” de estar en el punto de pesca la noche antes por que entrará a la laguna en el mismo momento en que amanece.  ¿Por qué? porque el “Peje” permanece aletargado toda la noche en el fondo de la laguna y con las primeras luces del día se pone en movimiento surcando la laguna en cardúmenes y en distintas direcciones, buscando comida ansiosamente.
Previendo esta actividad, el «biguá”  habrá anclado su bote y lanzado su línea de tres boyas con puntero lo más lejos posible, iniciará la pesca con tres medidas distintas de bajadas y una  vez  que haya obtenido dos o tres piezas con una misma, pasará las otras dos.
Esta actividad durará unas dos horas, luego, las condiciones climáticas y las particulares condiciones geográficas de cada laguna llevan al “Peje” a “recostarse”, a reunirse en busca de refugio hacia alguna de las orillas.  Aquí, el ojo baqueano del “biguá” puede orientarlo, sin embargo, hay otra alternativa que gusta practicar: “pesca a la deriva”, es decir, instalará el ancla a “media agua” y dejará que la deriva natural lo lleve tras el “Peje”, al mediodía emprenderá el regreso. Antes fileteará sus piezas en el bote, dejando los restos: tripas, escamas, colas y cabezas en el agua. Una vez en tierra, en  las instalaciones del recreo, cocinará algunos ejemplares para el almuerzo, se sentará a la mesa con cubiertos,  mantel y -ayudado  de una heladera portátil- se servirá un vino blanco helado. 
Peje Rey
El Pejerrey es básicamente de mar, ofrece en común, ser alargados, de tamaño mediano y color plateado. El Pejerrey de Argentina  (Odontesthes Bonariensis) puede vivir en agua dulce.
Es un pez veloz, multiforme, óseo, de la familia de los atherinopsidae, fusiforme, ligeramente comprimido, presenta un color plateado con dos bandas azulinas en sus flancos. Su tamaño medio es de 60 centímetros de largo, 20 centímetros de espesor, y unos 800 gramos su peso.
Es oportunista en su alimentación, posee un alto rango, zooplantócfago, hasta ictiófago y caníbal cuando es adulto.
Se reproduce entre septiembre y febrero, las leyes de protección declaran la veda durante este período.
“Biguá
Así se conoce al cormorán neotropical, también llamado Cormorán Negro, Cuervo de Mar, Yeco o Biguá.
Es una especie de ave fuliforme. Es común verla sobre los alambrados, en lagunas, siempre cerca del agua, como un residente permanente. Se alimenta de peces, zambulliéndose y nadando bajo el agua recorre muchos metros, hasta dar con su presa.
“El biguá”, guía de estas páginas, estimado lector, fue así bautizado por la extraordinaria, capacidad de buscar, encontrar, pescar, cocinar y comer Peje Rey.