«El gobierno de la provincia corta el hilo por lo más fino: aumenta los impuestos»

Lo asegura Pablo Goldaracena, titular de G y B Agropecuaria, en una entrevista concedida a http://mundocampo.com en la que analiza el efecto que ha causado el aumento del tributo inmobiliario en el sector agropecuario:
«El impacto ha sido impresionante; acá el inmobiliario ha sido del ciento cincuenta por ciento y la realidad es que no se vende ningún campo. O sea que siempre seguimos con misma discusión: el inmobiliario surge a través de un porcentaje del valor de la hectárea pero el precio nunca se refleja porque no hay operaciones; nadie vende nada, nadie quiere pesos, eso es una realidad aunque el gobierno no la vea, dólares no hay, entonces es una utopía. Hubiera sido mucho mejor un sistema relacionado al cultivo que uno tiene que este sistema atado al valor de la tierra. Por otro lado, los que alquilan tuvieron la presión de ingresos brutos, que es enorme, un seis por ciento sobre los ingresos, que es muchísimo, en un sistema en el cual el productor que está adentro no puede salir. Es decir, uno podrá criticar o no al productor que es muy cómodo, que alquila y se queda mirando el cielo, pero la realidad es que el que alquila el campo, si quiere salir a producirlo por su cuenta, porque ahora el número cierra, igual no lo puede hacer. Primero, porque el que alquila ya se gastó la plata un año antes y hoy, para arrancar a sembrarlo en forma personal, necesita mucha inversión de plata que no tiene o ir a tomar plata prestada con un riesgo enorme, porque si se endeuda por todo lo que tiene sembrado, y tiene algún problema con la cosecha, no sólo no podrá pagar sino que quedará endeudado. Entonces, ninguno de los políticos que inventan estos sistemas ve la realidad. Ahora se vienen los impuestos a las casas y todo esto da la sensación de una pésima administración del gobierno de la provincia de Buenos Aires que ha dilapidado la plata, que no tiene una moneda, que no puede pagar el aguinaldo de fin de año y entonces corta el hilo por lo más fino: aumenta los impuestos. Nadie habla de gestión, nadie habla de achicar los gastos, nadie habla de hacer las cosas bien; hoy tenemos rutas destruidas en las que -para poder andar- hay que comprarse un tanque de guerra, no tenemos luz, no tenemos gas, la famosa mega obra del Río Salado se hizo en un veinte por ciento, entonces llueve y se inunda hasta la manija… todo es un desastre: la presión impositiva, la retracción del consumo, no hay obra pública…»