Rodolfo García: despedida al músico que marcó el pulso del rock argentino

Rodolfo, el memorioso, podía citar de corrido momentos claves de la historia del rock argentino. Estuvo presente en varias escenas fundacionales, pero en esos relatos casi siempre parecía correrse del protagonismo. El tono suave en su manera de hablar, naturalizaba aquellos encuentros juveniles que provocaron el nacimiento de Almendra, Aquelarre o Tantor, solo algunos nombres de una trayectoria artística repleta de participaciones en discos míticos como el fabuloso Nebbia’s Band de 1970. Una vez más el baterista demostraba su capacidad vocal, hay que escuchar “Días de conflicto” para entender esa virtud que tanto ponderaba Luis Alberto Spinetta y exhibía en Almendra como en las ondulaciones de “Campos verdes”.

Quizá por ser el más grande de los integrantes de Almendra, Rodolfo García nació en 1947, la diferencia de edad respecto de sus compañeros impuso un saber más callejero y barrial. Era el único que no estudió en el colegio San Román, la educación secundaria lo encontró en la escuela industrial Manuel Belgrano de Floresta. Además trabajaba en un taller mecánico para sumar otra marca “proletaria” a su condición de músico. La hermandad Almendra se selló cuando lo esperaron a que volviese de la colimba con sede en Río Gallegos para el arranque definitivo del grupo. Por eso sufrió más que ningún otro la diáspora de Almendra: “Yo no estaba de acuerdo con la separación, porque consideraba que el grupo estaba comenzando una etapa nueva”, dice García en el libro de Eduardo Berti Spinetta – Crónica e Iluminaciones. “Pero en realidad no habíamos decidido multiplicarnos, sino que nos dividimos porque no nos bancábamos más seguir juntos”.

Sin el empuje y la perseverancia de Rodolfo García jamás hubiese existido Aquelarre. No solo le puso el nombre al grupo, alcanzó junto a Emilio Del Guercio, su ex compañero de Almendra, Héctor Starc y Hugo González Neira el punto más alto del llamado rock progresivo argentino. Una obra de cuatro discos en donde la impronta basada en complejas estructuras jamás se olvidaba de la canción y resolvía de manera colectiva los roles para el lucimiento de todos sus integrantes. Para ejemplo, basta una canción: “Silencio marginal” sigue siendo una cumbre de folk-rock en la voz del baterista.

Como un número cinco de selección, Rodo García era capaz de adaptarse a las formaciones más disímiles. Al lado de Starc, cuando Aquelarre se disolvió en 1978 luego de algunas temporadas europeas fomentando el rock en castellano en España, formó Tantor, una banda de jazz-rock criollo que dejó dos discos. De ahí en más tocó con todos: Pedro y Pablo, Víctor Heredia, Jorge Cumbo, Peteco Carbajal y León Gieco son algunos de los artistas que lo convocaron para grabar o tocar en vivo. A fines de la década del 80 formó La Barraca junto al cancionista Pedro Conde, y supo estar cerca de Alejandro Del Prado y El Vasco Mezo Bigarrena en sus devenires discográficos.

Además de su incansable labor musical, Rodo García militó activamente en el peronismo desde los tiempos de Almendra y hasta llegó a ocupar cargos públicos en el área de cultura. Como un auténtico agitador cultural reveló su pasión poniéndose al hombro festivales solidarios, discos benéficos o movidas como la reapertura de La Perla de Once. También llevó adelante un importante trabajo de difusión de artistas emergentes como coordinador del Espacio Cultural Nuestros Hijos, que funciona en el predio de la ex ESMA.

Fuente: Revista Rolling Stone

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