La base del PBI

Como nunca el consumo se ha transformado en el gran motor del crecimiento y llegó a representar el 78,2% del PBI en el 2010. Aunque con altas y bajas, la recuperación fue generalizada. Las ventas de electrodomésticos crecieron un 65%, los automóviles el 33,4%, las ventas en centros comerciales 24% y las escrituras 18%, según un informe de Ecolatina.

La inflación también fue récord el año pasado. Las estimaciones privadas coinciden en un aumento de los precios de entre el 26 y el 28%. Sin embargo, la pérdida del poder de compra no actuó como un freno para el consumo, sí para el ahorro.Con el desempleo en niveles relativamente bajos y la explosión del crédito para estimular las ventas hasta en 50 cuotas, la suba de precios terminó alentando sobre todo la venta de bienes durables.

Como la inversión no siguió el ritmo del consumo, buena parte de esas ventas se transformaron en importaciones que terminaron pesando en la balanza comercial. Las importaciones aumentaron en el 2010 un 48,5% mientras que las exportaciones lo hicieron un 15,1% en comparación con el 2009. El resultado fue un deterioro del saldo de la balanza comercial del 80%. Esa performance que puso en riesgo el superávit comercial no tardó en generar consecuencias. El Gobierno dispuso la aplicación de licencias no automáticas a unos 200 productos, que se sumaron a los 400 para los que ya regía la traba burocrática para limitar las importaciones.

Los principales impulsores del consumo récord seguirán vigentes en el 2011. Sobre todo gracias a los dólares que aporta el campo por los precios de los commodities y el crédito. La incógnita será el comportamiento de los precios en un escenario con importaciones limitadas. Hasta ahora los bienes provenientes del exterior y el dólar planchado fueron los únicos recursos para contener la inflación.

Luego de un 2010 caracterizado por la fortísima recuperación de la economía en torno a 9% –en parte impulsada por la normalización de la cosecha luego de la sequía del 2009–, el 2011 se apresta a mostrar un crecimiento cercano a 7%. Los datos referidos al primer trimestre sugieren aumentos superiores al 8%, situación que se vería amortiguada durante el segundo trimestre –cuando se contrasta con el pico del impacto del salto del agro en el 2010– y volvería a acelerarse hacia el tercero cuando en la recta final de la campaña electoral, el Gobierno apure la ejecución de la obra pública y el gasto social.

Detrás de estas proyecciones vemos una economía que a pesar de estar acumulando distorsiones, todavía mantiene colchones –y no pocos– aunque apuntalados en gran medida en un excepcional contexto internacional. En este sentido, y si bien es evidente que no es sostenible a mediano plazo ni recomendable en el corto impulsar el gasto público por encima del 35%, las jubilaciones al 38% y los salarios cerca de un 30% en un contexto donde el dólar funciona como ancla, este esquema va a impulsar inevitablemente la macro hacia arriba de cara a las elecciones. Esto aun en un contexto de mayor cautela y eventual toma de ganancias financieras lógicas en un escenario de alto voltaje político.

Así, los anuncios en materia fiscal y de ingresos son un anticipo de lo que veremos en los meses que siguen:

El aumento de 18% en las jubilaciones a partir de marzo se monta sobre el anunciado en septiembre pasado –de 17%– y acumula una suba del 38%. No se llega al 82% móvil que plantea la oposición pero se arrima al 70% e implica incorporar más de 30.000 millones de pesos al gasto anual.

Las paritarias, cuya discusión arrancó en febrero –como tradicionalmente ocurre con los docentes–, perfilan un nivel de aumentos de entre el 25% y 30%. En particular, se destacan las presiones en las negociaciones del sector público donde el sector opositor de la ahora dividida CTA plantea reivindicaciones del 35% frente al 21% con el que cerró en el 2010.

Tarifas pendientes. En cuanto a tarifas, no hubo ni habrá aumentos en transporte ni en servicios energéticos residenciales durante el año electoral, por lo que los subsidios van a volver a compensar la ecuación económica de estos sectores.

En lo referente a la obra pública, a la reciente inauguración de Yacyretá se suman anuncios de obras importantes que demandarán un gran esfuerzo financiero como ATUCHA II, una nueva central térmica en Santa Fe y el arranque del ambicioso proyecto hidroeléctrico sobre el Río Santa Cruz, entre otras construcciones.

A pesar de semejante despliegue, el horizonte financiero del Gobierno permanece despejado a partir de la utilización de los recursos provenientes de la ANSES y del Banco Central y del uso a pleno del impuesto inflacionario, que en el 2011 ascendería a 80.000 millones de pesos sobre los 124.000 millones que proyectamos aumentaría la recaudación (409.000 millones en el 2010 vs. 533.000 millones este año). Evidentemente, estas cajas no van a funcionar para siempre. Su efectividad se reduce a medida que la economía genera menos dólares netos por la cuenta corriente que permitan compensar las reservas internacionales que se están utilizando para pagar la deuda, como ocurrió el año pasado y ocurrirá en el 2011.

¿Faltan o faltarán dólares? Todo indica que no, más allá de que febrero y la primera quincena de marzo siempre son los más complicados del año. En parte por cuestiones estacionales, en parte por cuestiones que tienen que ver con la reacción de los agentes económicos frente a las definiciones de la política gubernamental en el 2011: por ejemplo, la acumulación de stocks importados, el adelantamiento de la producción a los meses mas cálidos en un contexto de tasas de interés fuertemente negativas y las dudas sobre el suministro de gas y los costos energéticos durante los meses más fríos. El mercado también fue sensible al conflicto por el trigo y al paro del puerto de Rosario, por ejemplo. Aquí puedes Leer más sobre las ultimas noticias de economia en Argentina.

La balanza comercial de este año mostraría un superávit en torno a los 9.000 millones de dólares y la cuenta corriente uno cercano a 1.100 millones. Será así porque lo que no aportó la cosecha continúa siendo compensado por las subas de los precios de los commodities. Los buenos precios ayudan a financiar al menos parte del aumento en las importaciones que se da en un contexto donde la demanda crece más rápido que la oferta. Es cierto que el resultado positivo de las cuentas externas se achica y probablemente ya en los últimos meses del año arranquen los primeros desequilibrios, pero eso no significa necesariamente que estemos ante el fin de una época.

¿Por qué no?. Básicamente, porque la convergencia al equilibrio se da desde arriba y porque el margen de maniobra para manejar la política económica sigue siendo elevado. Todavía no se abrió el crédito internacional, ni tampoco se han utilizado las herramientas típicas de la política económica para intentar moderar cualquier cambio de portafolios hacia el dólar. En particular, la tasa de interés que remunera el ahorro hoy en la Argentina es la mitad de la inflación, 11% vs. 21%. Paradójicamente, y aunque parezca mentira, la salida de capitales ha funcionado como un mecanismo de absorción monetaria para evitar una caída del valor del dólar contra el peso en un mundo donde el dólar se ha debilitado.

Es cierto que las condiciones globales en algún momento van a cambiar respecto del escenario actual de hiperliquidez y tasa de interés cero que caracteriza a los países desarrollados. Y es bien sabido que, cuando esto ocurre, los capitales que buscaron radicarse en los países emergentes en busca de rendimientos más altos refluyen de la periferia al centro. Este escenario probable de suba en la tasa de interés de la política monetaria en los Estados Unidos arrancaría a mediados del 2012 y se va a ir desarrollando de manera gradual con un ojo en la inflación, y otro en la recuperación sostenida del mercado laboral que recién arranca. Todavía les resta crear cerca de ocho millones de empleos en los próximos cuatro años.

Evidentemente, en algún momento y tal cual se está dando ahora en Brasil luego de que Dilma Rouseff accediera a la Presidencia, las noticias sobre economia politica  Argentina deberá iniciar un reacomodamiento. Esto implicará seguramente la necesidad de empezar a recuperar el superávit fiscal perdido en un contexto en que todavía el Estado pueda seguir siendo ayudado por el impuesto inflacionario y los precios de los commodities. También será fundamental bajar significativamente la nominalidad en la discusión salarial: ninguna economía puede resistir con aumentos acumulativos del salario en dólares del 20% anual. Al menos sin requerir, en algún momento, un ajuste significativo del tipo de cambio con las consecuencias ya conocidas de aceleración de la inflación y freno al nivel de actividad.

Perspectivas 2011. Así como en el 2010 la normalización del agro agregó cerca de 2,5 puntos al crecimiento, en el 2011 la neutralidad del campo (96 contra 94 millones de toneladas) sería compensada por un fortísimo impulso fiscal. En el 2012, a priori, ninguno de estos factores debería estar presente. Es decir, el agro, de acuerdo con el clima, no aportaría gran cosa, en tanto que la política fiscal sería neutra en el caso más extremo. Los precios de los commodities no van a seguir volando en un contexto de tasas de interés al alza en el mundo desarrollado. Pese a que existirían fundamentos para imaginar una tendencia positiva, los precios actuales podrían indicar en algún momento una pausa o incluso algún retroceso.

¿Será la política del 2012 capaz de recrearse y reinventar hacia adelante un modelo de desarrollo utilizando las herramientas disponibles y aprovechando el contexto internacional, que a pesar de todo todavía va a ser beneficioso; o viajará en algún momento a una corrección cambiaria no gradual para evitar la toma de decisiones explícitas que en general cuesta enfrentar? Hoy no estamos cerca del límite, y la recta por la que se viaja a fondo parece interminable. Pero no lo es.