Una bicicleta de buena madera

Matías Flocco ha construido recientemente una bicicleta con cuadro de pinotea de 1930 e incrustaciones en hueso y ébano. Desde su taller Salvador, ubicado en el barrio porteño de Villa Pueyrredón, restaura y arma muebles con materiales reciclados.
En los diez años que lleva incursionando en carpintería y diseño con objetos reciclados, Matías Flocco (27) ha construido unos cuantos muebles, bastidores y marcos para cuadros. También ha pintado y ha sido músico de tres bandas distintas, de punk, de rock y de cumbia. Sin embargo, dice que de todas sus obras la bicicleta de madera es la que más despertó la atención de la gente. Y también asegura que con ella ha logrado su diseño mejor desarrollado. Las razones: no es sólo un objeto con ambiciones estéticas, sino un vehículo que debe funcionar a la perfección: “A una bici se le da un uso exigente –explica el artesano. No es sencillo que esté alineada, que no se rompa, que resista.”
El proyecto nació en 2012, como parte del acercamiento de Flocco al taller popular La Fabricicleta, en Villa Urquiza. Si bien siempre había usado la bici como medio de transporte en Villa Pueyrredón, su barrio, allí conoció a personas con amor por el ciclismo.
Después de saber que se dedicaba a la carpintería con materiales reciclados, uno de los compañeros le hizo llegar un video europeo de una bici de madera. Ese fue el disparador que lo llevó a buscar más ejemplos de creaciones similares en otros lugares del mundo.

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Diseño de autor
A pesar de que el video de la bici europea fue un impulso, Flocco no se basó en el modo de construcción que sus creadores proponían: “Era una forma de trabajo totalmente distinta a la mía –explica-, con multilaminado y otras tecnologías. No usan materiales reciclados ni a palos. Y te dicen que es laburo manual pero tienen máquinas impresionantes, todo por computadora y después un robotito que hace las piezas.”
¿Cómo diseñaste la bicicleta?
El diseño salió bastante a ojo, sin planos. En un principio traté de construir el cuadro del video. Imposible, las máquinas que emplean son de avanzada. Entonces volví a empezar con las posibilidades que me brinda mi taller y mi forma de trabajo, siempre con material reciclado. En 15 días obtuve el primer prototipo, estuve concentradísimo, obsesivo, laburando todo el día y toda la noche. Me movía la ansiedad por armarla y probarla. Cuando llegó el momento tenía miedo de salir y que se rompiera en la esquina. Y no. Anduve, di vueltas, se la presté a amigos, y no sólo no se rompió sino que tampoco le encontré movimientos a la madera. Se la re-bancó. Ahora la uso habitualmente, dejé la otra que tenía para probar ésta.
¿Y la construcción?, ¿cómo la llevaste adelante?
Como siempre laburé con pinotea traté de irme para ese material a la hora de hacer el cuadro. Es la misma madera que tenían los pisos antiguos. Lo fraccioné, lo fui combinando y el primer modelo lo hice un poco a ojo. El sistema de construcción es similar a uno que se usó en galpones ferroviarios, donde grandes piezas son ensambladas con chapas de fierro atravesadas por bulones pasantes. Esa técnica la empleé en todos los encuentros del cuadro. Es la solución más sencilla y resistente que encontré, y estéticamente me gusta.
Al no ser mecánico de bicicletas, ¿cómo te arreglaste frente al desconocimiento del oficio?
Siempre fui autodidacta. En el proceso de trabajo aparecen las problemáticas. Con la bicicleta fue así: fui preguntando, viendo, resolviendo. Y es ahí donde uno va haciendo un camino personal. Además creo que la mecánica tiene una lógica. Si desarmás una rueda o una caja, te das cuenta cómo está construida. Hay un montón de dudas que me las voy aclarando en La Fabricicleta o con Santiago Oliver, de Born in Garage, con quien trabajé haciendo accesorios en madera. Es ir aprendiendo poco a poco otro oficio. Opero sin miedo, agarrando las herramientas, equivocándome, haciendo cosas mal a veces.

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Habilidad
La carpintería es uno de los tantos oficios que suelen aprenderse de generación en generación. El abuelo de Flocco —Salvador, el mismo nombre que lleva su taller— era carpintero y trabajaba en una fábrica de radios. Su papá heredó la habilidad con las manos, aunque no trabajaba en eso.
“Mi viejo estaba peleado con mi abuelo, nunca tuve mucha información suya —cuenta Flocco. Lo conocí de grande. Una vez encontré fotos donde estaba con un grupo de carpinteros arriba de un montón de maderas.”
El primer contacto de Flocco con las herramientas fue de chico, cuando su padre compró una casa para reciclar y la levantaron entre los dos. A los 11 años empezó a hacer música. A los 15 incursionó en pintura, otra actividad que heredó de su padre. Cursó un secundario industrial que no terminó y ya a los 18 montó su primer taller en Saavedra, donde construía bastidores y enmarcados de madera para pintores. Allí se fue a vivir entre máquinas y maderas.
Se convirtió en carpintero a fuerza de autodisciplina, golpeando puertas de personas experimentadas cuando tenía dudas y, ni bien la tecnología lo hizo posible, buscando información en internet.
“Con la pintura es complicado hacer un recorrido y laburar de eso. No le dediqué el tiempo que sí le di a la carpintería”, explica Flocco, quien recuerda que una vez montado su taller, en el corto plazo empezaron a entrar pedidos de muebles: “Un día una persona entró y me preguntó si podía hacerle un mueble. Le dije que sí. Tomé las medidas, le hice un dibujo y lo armé con material reciclado. Fue natural, casi ni me di cuenta de lo que había hecho.”
Así, a los 19, Flocco dejó de lado los bastidores y los marcos. Sentía que, siendo él también pintor, siempre armaba encargos para otros y dejaba de lado lo suyo.
¿Cómo se cruza el reciclaje con la carpintería? ¿Por la necesidad de obtener materiales o por una convicción de usar lo que está siendo desechado?
Las dos cosas. En principio por juntar material de la calle y usar lo que encuentro. Siempre lo hice, en mis pinturas y cuando enmarqué. No fue una idea ecológica a priori. La madera que usé para la bici es de 1920 ó 1930. Se complica conseguirla y comprarla, pero también es muy buena. Cuanto más tiempo está estacionada es mejor, no se dobla. El ébano que utilizo es de una fábrica de guitarras, es sobrante de diapasones. No reciclo simplemente por no comprar o porque me resulta más económico. El material es especial, tiene una carga.
¿Cuál es la carga que le encontrás?
En principio una carga romántica, al haber sido antes un piso o un marco. Y el otro tema de la madera es que cuanto más tiempo tiene, más valor adquiere, especialmente la pinotea, que tiene mucha resina. Cuando la cortás parece que está recién talada. Es increíble.
Parecería que los oficios se van perdiendo. ¿Crees que en la carpintería hay continuidad en este sentido?
Hay una intención de volver a los laburos artesanales. Sin embargo no hay grandes talleres haciendo oficios “pulenta”. Son más los que se cierran que los que se abren. La gente joven está afilada con la imagen. Los objetos salen al mercado con una movida de diseño y difusión, pero no tienen mucho de oficio. Se sigue yendo a lo seriado, a producir algo de la forma más sencilla, rápida y económica. Antes las cosas se pensaban para que durasen de manera infinita. En el caso del reciclado, no veo un desarrollo, pero me encantaría que lo haya. Con la madera tendría que pasar ya porque es una locura seguir talando árboles.
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Pieza por pieza
Desde su inauguración en Saavedra hasta la actualidad, Flocco mudó seis veces su taller, siempre por Villa Pueyrredón, el barrio donde vivió su infancia y aun reside. Tiene planes de cambiarlo de lugar una séptima vez durante este año. La idea es separar su vivienda del espacio donde trabaja, a veces, hasta las 10 u 11 de la noche.
En la actualidad el taller Salvador está integrado por otros dos carpinteros que se reparten tareas y a quienes Flocco intenta compartirles el conocimiento que ha adquirido en estos años. Sin embargo él reconoce que el oficio ha sido siempre muy solitario: “Recién el año pasado comencé a vincularme con el entorno, con otros diseñadores y mecánicos de bicis. Se abrieron un poco las cosas. Si no, lo mío era estar en el taller solo.”
Otra constante en su formación ha sido la dificultad para acceder al conocimiento sobre carpintería, cuestión que hoy se agiliza, en parte, gracias a internet: “Cuando empecé, los carpinteros no te tiraban ni una técnica si no estabas todo el día barriendo el piso durante un año. Sin embargo hoy, como es algo medio perdido, la gente te ayuda bastante, dándote herramientas y materiales o hasta ofreciéndote trabajo.”
¿Cuál ha sido tu técnica para trabajar?
“El oficio consta de horas de trabajo, y eso por años —asegura. Cuando uno arranca tiene la idea realizada de lo que es ser un pintor o un carpintero, pero no, tiene que ver con el taller. Algo original sale de la práctica y con tiempo. No hay fórmulas, cada camino es propio y distinto, pero en carpintería hay un método que sería el más racional posible de construir algo. Trato de buscar la forma más sencilla para llegar a la terminación que quiero. Y no tiene por qué ser la más rápida. Eso va apareciendo también en el taller, tratando de perfeccionarse todo el tiempo.”
En busca de esa perfección perdida se encuentra Flocco ahora, ajustando sus diseños en bicicletas de madera reciclada. Lo que se viene: una bici de paseo y otra más “pistera”: “Armé los primeros planos para mejorar la técnica —adelanta él— y obtener mejores resultados en la estructura de la bicicleta. La terminación y las incrustaciones van a ser más especiales, depende para quién sea la bicicleta. Pero estoy viendo cuestiones de ángulos, de horquillas, haciendo piezas un poco más pequeñas, seleccionando más la madera.”
Mientras que la bici de paseo lucirá canasto y accesorios diseñados para la ocasión, la “pisterita” tendrá freno contrapedal y manubrio de madera. En ambos casos Flocco se propone hacer un trabajo cercano al de un luthier, pieza por pieza, de acuerdo a la persona que haga el encargo. Y que cada bici toque su propia música.
LOS MATERIALES
La bici de Flocco
“Ir por la calle y tener una devolución instantánea con un objeto, un diseño de uno, para mí es maravilloso como artista y es la primera vez que me pasa”, dice Flocco, quien no se cansa de responder preguntas sobre cómo armó la bici, si está en venta y qué precio tiene.
El carpintero explica que a pesar de que le gusta pensar a su bici como un objeto de colección que es lindo tener, es fundamental que responda en su andar. El cuadro que creó es de madera de 1930 que fue parte de un piso y tiene piezas de aluminio de 4 mm, cortadas, biseladas y pulidas a mano. Los detalles negros con incrustaciones de ébano de Madagascar son sobrantes de una fábrica de guitarras, mientras que los rombos blancos están tallados en hueso, una solución que se usa mucho en carpintería.
La bici tiene además suspensión delantera. La luz trasera lleva un marco de detalle hecho con cromado de un auto antiguo, y detrás del acrílico hay un sistema de iluminación led. El manubrio y la bocina son de estilo inglés. Los guardabarros son de madera reciclada de palets. Para lograr la curvatura se empleó una técnica de multilaminado.
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